Alienante para algunos, necesario para otros. Inútil, eficiente. ¿Qué lugar para el manicomio?. Un lugar de “adaptación”, de “educación”, de “curación”, de “revinculación social”. ¿Cuál es el “para qué” de una institución como esta?. ¿Es el lugar propicio para un tratamiento multi o inter-disciplinario?. Teniendo todas las condiciones favorables que un hospicio pueda tener: comida respetable, servicios de limpieza dignos, personal comprometido (en su trabajo, en lo que implica de ético como agente de la salud mental); ¿es posible el sostenimiento de un dispositivo terapéutico condicionado en su borde por la institución manicomial?
¿Es posible la pretendida “subjetivación social” de la que se habla en personas con padecimiento mental dentro del manicomio?. ¿Cuál es el límite entre los que poseen recursos simbólicos/psíquicos para poder llevar una vida medianamente socializada fuera de la institución psiquiátrica, y los que no lo poseen?. ¿Ese límite es respetable, es posible de ser delimitado?
Un paciente X, internado hace 10 años en un neuropsiquiátrico, ¿está “institucionalizado”?. ¿Qué del ideal se juega en esta concepción? (qué del furor curandis). ¿Qué implica la institucionalización? ¿Un acostumbramiento psíquico tal vez? Y si es así, ¿qué hacer frente a eso?
¿Qué de las condiciones básicas, que se llaman de dignidad, pueden ser cumplidas en la actualidad de un Hospital como el Borda? ¿Los neuropsiquiátricos deben cerrarse paulatinamente, tendiendo a una mayor integridad social, de anti-exclusión, a través de los organismos estatales? ¿O deben ser reestructurados de raíz, sin ser levantados?
¿Cuándo se pasa del “estar internado” al “estar excluido”? ¿La alienación del “loco”, internado en un neuropisquiátrico, es una alienación psíquica o una alienación social? ¿Ambas?
¿Cuál es el límite entre lo imposible de la revolución y lo posible de la “dignificación”?
¿Qué lugar le dio el Otro al psicótico, el Otro histórico del sujeto, y qué lugar le da ahora ese Otro representado por la Cultura?
Nosotros, como representantes de todas estas preguntas respondemos con otra: ¿dónde está el sujeto? A partir de allí guiamos y conceptualizamos nuestro trabajo en los taller de arte que realizamos. Es a partir de esa pregunta que podemos pensar el orden del vínculo que generamos con los pacientes. Como una humilde respuesta, apostamos a la emergencia de la subjetividad, a través de lo expresivo, de lo que los internos tienen para decir, pedir, encontrar...
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